lunes, 30 de noviembre de 2009

¡Oh, y ahora quien podrá defenderme!


Ser deportista de alto rendimiento en nuestro país no es prenda de garantía, y paradójicamente a quienes poseen esta categoría les acompaña un camino pedregoso y cuesta arriba.
Tras su triunfal retorno desde el Torneo Mundial de Gimnasia en Stutgartt y ante el desolador panorama de su disciplina, Tomás González declaraba con algo de jocosidad -en rueda de prensa- que no descartaría solicitarle dinero en algún momento a la presidenta Bachelet o al mismo Leonardo Farkas. Risas al por mayor en la sala y una situación que a la postre se convirtió en la última posibilidad de conseguir la implementación necesaria para su preparación rumbo a Londres 2012.
González requería con urgencia: un caballete, un trampolín, las argollas y la superficie para la práctica de suelo, material proveniente de fabricación alemana, avalado en 80 millones de pesos y adquirido desde el bolsillo generoso del blondo empresario, quien no tardó en recoger el guante y en desenfundar su abundante chequera para ir en ayuda del deportista del momento. Arribará en cinco semanas más y serán instalados en un espacio cedido por el Club Manquehue.
Paralelamente a este gesto, el Canal del Fútbol ofrecía $250.000 por gol convertido en la fase de play off del Torneo de Clausura del Fútbol Chileno, dinero en ayuda a la mejor nadadora de todos los tiempos: Kristel Köbrich. Como nunca, el íntimo deseo de que los equipos ganen por goleada y se acumule un pozo que permita paliar los requerimientos de otra deportista de elite que se encuentra en una situación de desmedro frente a sus competidores debido a la falta de recursos.
Por donde se les mire son iniciativas loables, pero por otra parte marcan un precedente para las nuevas generaciones de deportistas de alto rendimiento y el abismo existente a la hora de desarrollar sus carreras en nuestro país. Lo de González no es nuevo y es de voz popular de que en Chile no se avizora un futuro para grandes talentos y no es una opción vocacional. No olvidemos el emblemático caso de Marcelo Arrúe y la obtención de una medalla panamericana compitiendo por los Estados Unidos; la misma Köbrich en su autoexilio de Rosario y sus intenciones de competir por Alemania; Natalia Duco crece y se desarrolla en Cuba, mientras que en Chile recibe el pago aquel.
Estos gestos de solidaridad seguramente engrandecen a quienes los realizan. Por otra parte desnudan una situación a la que le correspondería hacerse cargo al Estado. Urge una fiscalización pública de recursos; la opinión pública exige de una vez por todas ponerle fin al “hoyo negro” en el deporte y a la eterna discusión entre deportistas y dirigentes.
A días de una nueva elección presidencial, los candidatos se desentendieron olímpicamente ante los casos de Kristel y de Tomás. El candidato de derecha tibiamente en su página web se refiere al tema, pues claramente ninguno de ellos está volcado al deporte y esto a la larga se convertirá en señales de cómo se abordarán estos temas en el próximo mandato.
Ante este panorama Farkas acusaba a la hora de entregar la donación: “Es una vergüenza que Tomás González no tenga el apoyo en dinero para representar al país”.
Por ahora los deportistas nacionales deben exclamar aquella frase que le pertenece a Roberto Gómez Bolaños: ¡Oh... y ahora quién podrá defenderme! Roguemos que para la próxima pueda aparecer un nuevo “chapulín” Farkas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario